Aunque he sufrido mucho padeciendo la enfermedad de Xerodermia Pigmentosa, nunca me he sentido fea debido a mis manchas. Al contrario, siempre me he sentido bella porque Dios me hizo especial y para Él. Soy hermosa porque ¡Él ama todo lo que creó y todos sus hijos significamos mucho!
En Jeremías 1 – 5 dice: Dios dijo: ¡Antes de formarte en el vientre de tu madre, ya te conocía y te ordené ser! Por lo tanto, aunque a veces las fuerzas se me agotan, ¡Dios es mi fortaleza y mi escudo protector! ¡Él es todo lo que tengo y mi compañía en esta oscura soledad! Cuando me encuentro angustiada, sumida en el silencio donde sé que Dios me escuchará, le pido que oiga el susurro de mi voz y el grito de mi llamado, ¡el llamado de mi alma pidiéndole mi libertad! Yo quiero seguir sonriendo en medio de mi llanto ¡y aunque el barco se me hunda, sé que yo podré nadar! ¡Y que la corriente de este río turbulento la victoria me dará!
¡El pasar de los años hace que al ser humano se le caiga todo! Pero en mi caso, encima de eso, los tratamientos de radiación y todo el daño causado por el sol en mi cuerpo, han dañado mucho mi pelo. A través de los años fui notando como mi pelo fue cambiando su grosor hasta el punto de que ahora estoy perdiendo mi pelo y la vanidad de simplemente ser mujer, me ha tocado muy fuerte.
Quiero tapar los claros en mi cráneo que ya son muy notorios. He comprado dos pelucas, pero algunas personas me dicen que ninguna me queda bien. Que si el color de una es muy oscuro y el de la otra muy claro. Que una está muy larga y la otra muy corta etc. ¡O mi Dios! Ellos en vez de ayudarme no se dan cuenta que yo soy la que se está quedando calva. La frustración que siento al no poder controlar esta situación y el hecho de sentirme sola en este nuevo mundo, me hace sentir un poco deprimida.
Pero lo importante es que tengo muy presente que si he sobrepasado todas las adversidades que he tenido que enfrentar durante toda mi vida debido a la enfermedad de Xerodermia Pigmentosa. Así que una simple peluca no es lo que va a derribar a Fátima Pérez. Ahora el tener que usar peluca no es mi tristeza, el dolor en mi corazón es el necesitar de otra persona para colocarla en mi cabeza.
A pesar de mi discapacidad soy muy independiente y como ser humano tengo mis debilidades. El ver mi hermosa cabeza llena de claros me ha hecho sentir triste, pero después de platicar con Dios estoy superando este difícil momento con la valentía, positivismo y el coraje que me caracterizan. Gracias a Dios, no me ha tocado usar peluca porque esté sufriendo una enfermedad terminal. Dentro de lo que cabe, mi salud es muy buena porque desde el momento que supe lo que significa la Xerodermia Pigmentosa, he tomado todas las precauciones para evitar que el sol siga quemando mi piel.
Y aunque he pasado por cientos de operaciones para remover el cáncer de piel, aquí sigo viva y sé muy bien que es para cumplir con la misión que Dios me ha encomendado, ¡el llevar una “Luz de esperanza” a todas las familias afectadas con XP alrededor del mundo!
Mis queridos amigos, les pido que si ven por ahí alguna peluca y creen que se me pueda
ver bien, me lo dejen saber ¡porque ahora voy a tener una colección de pelucas! ¡Y voy
a decir como Celia Cruz y Thalía, Azúca, Pa Su Mecha, con pelo o sin pelo, que viva la
vida! Ja ja.
Escribí esto en un momento cuando mi alma necesitaba ser liberada de tanto dolor.
Luego de escribirlo trataba de leerlo, pero el llanto inundaba mis ojos y no podía. Ahora
que puedo sonreír al leerlo, he pensado compartirlo porque puede ser que ayude
algunas mujeres que están pasando por un problema similar.